¿qué me mueve?…

25/04/2025

Autor/a:

por María Paula Arias Falconí

Parir ha sido cumplir un deseo, ¡de los más importantes! Traer a luz mi acción crítica y consciente, y hacerme una gran pregunta: ¿qué me mueve? Atravesar ese portal tornasolado entero es entrar en otra dimensión. Ahí comienzo a sentirme diferente; durante el viaje reparo mi sentido de pertenencia, volver a mí es posible.  Me libero de la ciudad y sus máscaras, mi piel encuentra propósito en el aire; despierta una correspondencia, incorporando experiencias significativas que me marcaron y me convierto en quien soy, sabiendo que no ha sido fácil llegar hasta aquí. La conexión con la naturaleza ha sido fundamental en mi vida. Ella nos conecta con su esencia y nos da un sentido de presencia. Es un ser enorme que nos sostiene sin condiciones.

Soy paisaje, ¿sabes? Justo aquí en la cordillera de los Andes, la tierra fértil guarda la memoria de siglos, sembrando sostenibilidad. Mi trabajo es recuperar esas historias familiares, que como la memoria de esta zona, a veces han sido invisibilizadas y fragmentadas. El viaje es mi energía creadora, conserva mi diversidad cultural, de generaciones y lugares. Soy mestiza, como muchos, sin raíces claras. Pero desmenuzando la historia, mis raíces me traen hasta aquí, a una iniciación llena de emociones. Mi cuerpo me llamó.  Sentía vacío, tristeza, desamor… pero sabía que no todo estaba perdido. Mi espíritu creador, que creía perdido, me animó. La soledad me acompañó en ese tiempo sin sentido.

Soy una mujer transhumana, ¡una portadora de vida! No me limito a ser solo mujer o humana, ¡superarme me inspira!  Deshacerme del abuso, la rabia, el miedo, el abandono, la inseguridad y los prejuicios me impulsa en mi arte. Conectarme con algo más grande, como la Tierra, me ayuda a descubrir quién soy, mi esencia, mi naturaleza.  Voy aprendiendo y abriendo mi mente,  conectándome con una existencia única, en equilibrio con la vida y los demás.

La biodiversidad natural conforma un patrimonio cultural y tradicional. En las zonas rurales, las diversas comunidades coexisten con el ecosistema, fuente de inspiración y sustento.  Sus tradiciones comunitarias y saberes ancestrales se transmiten de generación en generación,  manteniendo una estrecha relación con los ciclos naturales y conservando conocimientos únicos según su ubicación geográfica. Las comunidades indígenas han mantenido una convivencia armónica con su entorno y sus saberes ancestrales a lo largo del tiempo, perpetuando su legado generacional. En la región serrana, la herencia cultural indígena actúa como custodio de la tierra y la lengua materna kichwa.  Las mujeres de estas comunidades son las principales portadoras y transmisoras de las tradiciones ancestrales, representando una forma de resistencia a lo largo del tiempo. Su compromiso radica en preservar la energía creadora, proteger los recursos naturales y denunciar las injusticias. La interacción armónica con la tierra, el sol, la luna, el agua y los espíritus, sustenta la cosmovisión andina, basada en el intercambio recíproco. Forman parte de una red de tradiciones que contribuyen a la conservación del medio ambiente. En este contexto, la energía vital fluye de manera singular, a través del contacto directo con la tierra, generando una alta calidad de vida, con alimentos orgánicos y medicina natural. 

Tanto las tierras como los hábitos rurales han cambiado mucho debido a varios factores que hay que nombrar: colonización, industrialización, migración, inseguridad, alteración de desechos, explotación del medio ambiente, la hiperconectividad y tantos otros. Son problemáticas profundas y factores que han llegado a ser parte de la posmodernidad y sus residuos sociales. Desde hace mucho tiempo, estos territorios han sido parte de un sinnúmero de saqueos y alteraciones culturales. 

La transformación personal es un proceso continuo; la introspección reiterada, desde una perspectiva amorosa, me ha permitido la reconciliación y el fortalecimiento interior.  El ámbito rural ha sido con frecuencia marginado y olvidado. No obstante, para muchos, representa un espacio de conexión con la naturaleza, la cultura y la espiritualidad.  Tras numerosas experiencias en entornos rurales, mi vocación se centra en la conservación de nuestro territorio y las culturas ancestrales. Las mujeres hemos protagonizado numerosas luchas, visibilizando lo que se nos ha negado; somos la fuente, nuestras acciones demuestran nuestra fortaleza.  En conjunto, en nuestras comunidades, somos portadoras de la sabiduría ancestral, tomadoras de decisiones y guardianas de la alimentación.

Asimismo, la labor de concienciación sobre la importancia de la conservación de las prácticas artísticas artesanales requiere la construcción de una narrativa real y orgánica, inherente a la propia cultura, que fomente el intercambio de conocimientos y experiencias significativas para inspirar a futuras generaciones a preservar las tradiciones locales, reconociendo su esfuerzo y creatividad.  La ruralidad representa resistencia y lucha, donde las comunidades se unen para proteger su territorio, su cultura y su modo de vida. El trabajo artesanal manual trasciende la simple exhibición de objetos; es un estilo de vida en armonía con la naturaleza, que durante mucho tiempo ha carecido del reconocimiento debido. La atención a la realidad rural forma parte de un conjunto de nuevas problemáticas, como la explotación local, el desplazamiento de la producción y el cambio cultural.  Por consiguiente, en este contexto donde las tendencias efímeras han perdido vigencia, la ruralidad nos invita a la reflexión. 

En la actualidad, la preservación de las tradiciones se erige como un objetivo primordial para resguardar el conocimiento artístico ancestral.  La artesanía, elaborada con técnicas refinadas propias de diversas culturas y materiales, ha revitalizado la valoración de la creatividad y la diversidad cultural. Las prácticas artísticas artesanales originarias de los territorios destacan la importancia de la colaboración comunitaria y la transmisión cuidadosa del conocimiento. El trabajo manual representa una transmisión inigualable de saberes que nos impulsa a una continua reflexión sobre nuestras acciones presentes. De la marginalidad a la superación. Como artista, me impulsa la atención que dedico a mis procesos creativos; con frecuencia, desconozco el origen de mis ideas o sueños, pero sigo mi intuición para plasmar lo que considero relevante; aquello que no deseo crear, prefiero transformarlo.  En ocasiones, percibo mis obras como algo más que un reflejo de mi experiencia personal; son una recopilación de aprendizajes que me han definido, así como de las diversas redes de personas que han sido parte significativa de mi trayectoria.  Un intercambio de aspiraciones, diálogos sobre el presente y el futuro.Por consiguiente, este ensayo reflexiona sobre la interconexión entre el individuo y su entorno, postulando que el anhelo de preservar y restaurar nuestras perspectivas, identidades y conocimientos impulsa la interacción social.  La observación del ámbito rural revela un sentido de pertenencia, conexión y propósito para la conservación de nuestro patrimonio natural.

por María Paula Arias Falconi 
Artista y educadora

Artes y pensamiento