1766, triple fiesta celebrada en Quito… que no era quiteña

25/08/2025

Autor/a:

por Públicos

Les cuento…

En 1766, Quito se vistió de fiesta con tres celebraciones: el matrimonio del príncipe de Asturias, la entrada de tropas reales y el onomástico de Carlos III1. Sin embargo, más que festejos espontáneos, fueron un guion político diseñado para silenciar la memoria de la rebelión popular de 1765 contra los estancos, y pusieron en jaque la autoridad real, la que para la posteridad quedó como la Revolución de Estancos o como la Revolución de los Barrios, esa que se hizo por los abusos del poder.

Bajo el brillo de pólvora, música y procesiones, el imperio coreaba un mensaje claro: olvidar la insurrección y reafirmar la lealtad al rey.

Cada celebración cumplía un rol simbólico: el rimbombante matrimonio garantizaba continuidad dinástica, las efusivas tropas recordaban la fuerza represiva disponible, y el carismático onomástico revestía al monarca de un aura sagrada que buscaba borrar la violencia reciente. Pero estas fiestas no eran nacidas del pulso de la gente; fueron impuestas desde arriba, con la misma gente relegada a simple espectadora, invitada a gozar, pero bajo estrictos límites. Era un gozo vigilado, una alegría dirigida.

La verdadera disputa estaba en la memoria. Mientras la ciudad oficial mostraba una fiesta popular22, con banderas y arcos triunfales, los barrios buscaban mantener vivo el recuerdo de su rebelión. Así, las fiestas se convirtieron en un campo de batalla simbólico: poder y pueblo chocaban en el terreno de los rituales y las emociones colectivas.

La insistencia en celebrar tres veces lo mismo revelaba la fragilidad del orden. Tanto énfasis en la lealtad solo mostraba el temor de las autoridades a que la chispa de 1765 siguiera encendida. Por eso, 1766 no fue solo el año de la triple fiesta, sino también el año en que Quito entendió que la memoria se disputa con pólvora festiva tanto como con discursos o armas.

Para la posteridad, es también un espejo incómodo: la fiesta como dispositivo de control, la alegría como mandato. Esa es la verdadera triple fiesta de 1766, esa fiesta que no era quiteña, porque respondía más al miedo del poder que a la voluntad de la gente, un intento de domesticar la memoria rebelde de Quito.

por Públicos 
Revista de artes y pensamiento


Bibliografía

  1. 1. Cruz Zúñiga, Pilar. «La fiesta barroca: poder, jerarquía y representación social en Quito, 1766». Procesos: revista ecuatoriana de historia. 17 (II Semestre, 2001): 35-60. ↩︎
  2. 2. Inferencia a partir de su reflexión. ↩︎
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