¿Los festivales dejaron de ser lo que fueron?

25/07/2025

Autor/a:

por Públicos

De entrada, en Ecuador no se discute horizontalmente sobre qué mismo son y para qué sirven los festivales. Es como si estuviese dado el hecho y no hace falta esa reflexión. Al menos la provocación de su razón de ser ya es un desafío para imaginarlos como parte de nuestra existencia. 

¿Nadie se cuestiona sobre su transparencia? ¿Cuáles son los procesos curatoriales que los acompañan o generan? ¿Qué mismo hay detrás de un festival? ¿Un negocio o un proyecto cultural para la formación de públicos? ¿Los dos simultáneamente o en contradicción?

De entrada, no podemos dejar de pensar en algo sustancial: los festivales también deben ser parte de un sentido intercultural y plurinacional en todos los países de diversidad étnica, como el nuestro. Y ahí, hay una clave para discutir más a fondo si estas actividades nos exigen un mejor trabajo de conceptualización para sostener y potenciar nuestras identidades. 

Para poner en “circulación” las artes y las expresiones culturales, en general, se han consolidado determinados procesos artísticos y otros han decaído notablemente. Y, normalmente, cuando mejor están o se desarrollan es cuando se fortalecen en función de políticas públicas. Y con ello, aunque suene paradójico, también se incide en la gestión privada y en los “emprendimientos”.

Desde los “lugares comunes” se ha dicho siempre que los festivales (así en general) son espacios para promover la cultura, fomentar la cohesión social, impulsar el turismo y la economía local, y proporcionar entretenimiento y diversión. Sin duda alguna. Y cada día, sobre todo en las comunidades territoriales, en las grandes urbes sobre todo, adquieren un peso gravitante en la dinámica económica. Por eso, además, juega un rol importante el mercado y la gestión pública.  

Quizá ahí hay una discusión pendiente, pues algunos festivales están apuntalando más la economía, con todo lo que ello implica. Por ende, hay una marca y unos negocios que se afinan y afincan más en la rentabilidad que, por ejemplo, para celebrar las tradiciones, estimular las artes, los nuevos artistas, amplificar la música, expandir la gastronomía local de una comunidad o región.

Sin mencionar uno en particular, hay festivales que no atraen o no mueven la economía local porque apelan a la nostalgia, dicen unos. Otros creen que ya no son de interés masivo o juvenil. En tanto, surgen algunos más, siempre que tengan una “meditatización” sugerente y con ello, supuestamente, se desarrollan a través de plataformas tecnológicas y de redes sociales para asegurar la presencia y participación de las nuevas generaciones.

Lo que no se puede perder, por ninguna razón, es el sentido comunitario de la participación en los principales festivales. Primero porque se trata de un acto masivo o de una presencia mayoritaria de la comunidad cercana o de referencia histórica o geográfica. Y por ese motivo debe estar en una agenda y cronogramas institucionales, como comerciales y mediáticos. Cierto que en el fondo también es un asunto de preservación y difusión cultural, pero no podemos dejar de lado que la aparición de nuevas expresiones artísticas, algunas incluso “importadas”, son parte de la demanda ciudadana. 

En otras palabras, si los festivales, en esencia, son parte también de procesos de cohesión social, de integración comunitaria y de fomento, queda claro que eso no se podrá hacer si solo dejamos en manos del mercado y no forman parte de políticas públicas nacionales y locales. Ya han ocurrido en otros países “implantaciones” de ciertos festivales por fuera de la estructura y tradiciones culturales y las consecuencias han sido muy favorables, temporal y puntualmente, para un “manager”, pero no para ese propósito de la cohesión social, que en el fondo es la red de sostén mucho más importante. Esas “implantaciones” han llegado de la mano para “fomentar” y atraer el turismo, por encima de lo que sea. ¿No fue así con los festivales taurinos, por ejemplo?

por Públicos
Revista de artes y pensamiento

Artes y pensamiento