La palabra «festival» proviene del latín «festivus», que significa «relativo a una fiesta”. Por tanto, la etimología de festival nos lleva a la idea central de celebración y alegría.
Atahualpa Yupanqui sostiene que la luz que alumbra el corazón de un artista, es como una antorcha que usan los pueblos para ver la belleza en el camino, y la belleza no es solamente lo que en está ocurriendo en escena, sino, la mirada colectiva de lo que ocurre en ese instante. En los festivales de artes escénicas se propone, que la creatividad es una expresión de libertad y un vehículo para el acceso a valores estéticos e identitarios.
En este documento, transitaremos por un territorio concebido, trabajado y gestionado desde los propios artistas, con el propósito de celebrar el acto creativo como una acción comunitaria en la que se materializa el derecho al acceso a los bienes y servicios culturales. En este sentido, esta forma de acción cultural, debe ser tutelada por el Estado, respaldada de manera sostenida por las instituciones y fortalecida desde la labor de los creadores y gestores culturales, ya que su verdadero beneficio recae en la comunidad que los acoge.

Actualmente, para gran parte del mundo, la diversidad continúa siendo percibida como un problema; así lo evidencian las crecientes escaladas bélicas, la persecución sistemática de personas migrantes, y la censura a las disidencias. Sin embargo, en el marco de los festivales, la diversidad se concibe como un tesoro invaluable: el arte y la cultura se erigen como espacios donde se demuestra, con firmeza, que la diversidad es un bien colectivo que merece ser protegido y celebrado y que debe entenderse como un atributo que pertenece a todas las personas que habitan un determinado territorio. En este sentido, los festivales constituyen, además, una plataforma vital para el intercambio cultural, la valorización de lo diverso y el fortalecimiento de la cohesión social.
En Ecuador, desde finales del siglo XX, gracias a iniciativas grupales, individuales y autogestionadas, surgieron festivales de teatro, danza, música, poesía y otras manifestaciones artísticas que empezaron a consolidarse como espacios de encuentro, creación y resistencia cultural. En la actualidad, se estima que existen alrededor de 200 festivales activos a nivel nacional, los cuales requieren con urgencia de fondos públicos suficientes y sostenidos en el tiempo, más allá de las denominadas líneas de fomento que, lamentablemente, logran cobijar a menos del 20% de las propuestas que se presentan año tras año, lo que evidencia una clara insuficiencia estructural en el modelo de financiamiento cultural vigente.
Abro un paréntesis para mencionar al Festival Internacional de Títeres Con Bombos y Platillos, un festival de larga trayectoria. A lo largo de sus 24 ediciones consecutivas, este festival ha trabajado con el objetivo de fomentar la formación de nuevas audiencias, mediante la circulación de espectáculos de títeres, con la firme convicción de promover un modelo de ciudadanía incluyente, participativa y en pleno goce de sus derechos culturales. En estos años de trabajo sostenido, el festival ha beneficiado a aproximadamente 215.000 personas asistentes a las diversas actividades realizadas y ha contado con la valiosa participación de 320 artistas nacionales y 330 artistas internacionales. Su sostenibilidad ha sido posible gracias al apoyo de actores públicos y privados, incluyendo el Ministerio de Cultura y Patrimonio a través de concursos públicos, así como ONG, embajadas y gobiernos locales.
Desde nuestra experiencia, podemos afirmar que la formación de públicos desde la infancia es una tarea fundamental, que permite generar una base sólida de futuros consumidores y defensores de la cultura. Esta labor, sin embargo, es una responsabilidad directa del Estado, cuya obligación es garantizar el cumplimiento de la Ley Orgánica de Cultura, no obstante, esta responsabilidad ha sido históricamente asumida por las y los artistas, quienes, desde los Festivales de artes escénicas, acudimos a centros educativos —preferentemente fiscales y ubicados en zonas rurales— para hacer posible este acceso.
Desde los festivales, impulsamos y cultivamos alianzas estratégicas que permitan el crecimiento y fortalecimiento de estos espacios de encuentro artístico y comunitario, estas alianzas buscan incidir en la mejora de las condiciones laborales de quienes integran el ecosistema cultural. En este contexto, es importante destacar que en el país existen diversas organizaciones no gubernamentales interesadas en conocer, apoyar y participar en propuestas culturales nacidas desde la sociedad civil. Estas organizaciones reconocen en las artes escénicas una vía poderosa para construir alternativas que incidan positivamente en la calidad de vida de los habitantes.
Dentro del desarrollo de los festivales, una de las actividades fundamentales es el intercambio. Este intercambio abarca experiencias, procesos creativos, estrategias de producción y distribución de espectáculos, y abre también la posibilidad de establecer vínculos de colaboración que trascienden lo puntual. En muchos casos, este diálogo intercultural ha derivado en un interés concreto por determinadas propuestas escénicas, gracias a la presencia de programadores y curadores tanto nacionales como internacionales. Estas figuras no solo amplían el horizonte de circulación artística, sino que también brindan herramientas valiosas para perfeccionar el acceso al mercado en sus dos dimensiones, nacional e internacional. Cabe destacar que todas estas actividades, desempeñan un papel esencial en la restauración del entramado social, ya que reactivan el tejido comunitario a través del diálogo, la colaboración y el reconocimiento mutuo entre culturas, territorios y prácticas artísticas diversas.
Nos detenemos ahora en un tema relevante: el reconocimiento de la cultura, y en particular de las artes escénicas, como un pilar fundamental del desarrollo económico. Gracias al trabajo sostenido de artistas, gestores y gestoras culturales, se ha logrado visibilizar la cadena de valor que estas prácticas generan. En este sentido, los festivales juegan un rol clave como dinamizadores tanto de la economía local como del propio sector artístico. Su implementación activa una serie de servicios: la contratación de hospedaje, la provisión de alimentación, el transporte interno, etc. Todos estos elementos demuestran que los festivales no solo producen cultura, sino que también generan empleo, activan economías locales y aportan al desarrollo sostenible de los territorios.

A continuación, mencionaré, a breves rasgos, tres festivales que merecen estar en la memoria de los lectores:
Festival Teatro, Amor y Esperanza, de la ciudad de Machala, categoría emergente, que en 2025 celebrará su tercera edición consecutiva. Esta iniciativa es impulsada por artistas de larga trayectoria, quienes reconocen la necesidad de incidir, particularmente en las juventudes orenses. Desde su nacimiento, el festival ha evidenciado un notable crecimiento en términos de impacto y participación, ya que la comunidad local acude masivamente a las funciones; asimismo, ha captado la atención del sector empresarial y del Gobierno Autónomo Descentralizado Municipal de Machala.
El Festival Mujeres en Escena es una iniciativa de larga trayectoria y que desde su primera edición ha tenido como eje central la reivindicación del trabajo artístico de las mujeres en todas sus formas de expresión, se ha consolidado a lo largo del tiempo como una verdadera trinchera para las creadoras nacionales e internacionales, albergando propuestas escénicas que dialogan desde el cuerpo, la palabra, la memoria. La dirección artística del festival está a cargo de Susana Nicolalde.
A nivel de América Latina, nos trasladaremos a El Carmen del Vivoral, en Antioquia, Colombia, y hablaremos del Festival El Gesto Noble.
El Festival Internacional de Teatro El Gesto Noble es una emblemática celebración cultural que, desde 1993, transforma a El Carmen de Viboral en un vibrante escenario de expresión artística y encuentro comunitario. Nacido de la iniciativa del grupo Teatro Tespys, este festival ha evolucionado hasta convertirse en política pública, contemplado en el Plan Municipal de Cultura 2016–2026 «El Carmen de Viboral, un Territorio para el Buen Vivir».
A lo largo de sus más de tres décadas de existencia, el festival ha acogido a, aproximadamente, 2.000 artistas por año, provenientes de países como México, Brasil, Guinea Ecuatorial, Cuba, Francia, Ecuador, Suiza, Argentina etc, así como también artistas de toda Colombia. Este intercambio cultural ha enriquecido la experiencia del público y ha posicionado a El Carmen de Viboral como un referente en el ámbito teatral nacional e internacional.
El Gesto Noble no solo es un evento artístico, sino también un motor de desarrollo social y económico para la región. Con una asistencia que supera los 20.000 espectadores en cada edición, el festival dinamiza la economía local, fomenta el turismo y fortalece la identidad cultural. Al revisar esta reseña del Festival El Gesto Noble, se hacen evidentes las enormes diferencias entre nuestra realidad y la de nuestros vecinos del norte, particularmente en lo que respecta a las condiciones estructurales, técnicas y económicas para la producción de espectáculos y festivales. La comparación no busca desmerecer el esfuerzo nacional, sino, por el contrario, evidenciar los desafíos que enfrentamos en contextos marcados por la precariedad y la falta de políticas públicas sostenidas. Esta distancia plantea una pregunta urgente: ¿seremos capaces, en el corto, mediano o largo plazo, de mejorar nuestras condiciones para producir, circular y sostener propuestas escénicas de calidad? La respuesta, aunque compleja, debe impulsarnos a reflexionar colectivamente sobre la necesidad de articular voluntades políticas, recursos públicos y privados, formación continua y redes de cooperación que nos permitan no solo alcanzar estándares más justos y profesionales, sino también fortalecer el ecosistema cultural desde una lógica de sostenibilidad inclusión y equidad.
por Yolanda Navas
Dramaturga y titiritera
Directora del Festival Internacional de Títeres Con Bombos y Platillos