Juana Guarderas – El país necesita hacer terapia, tenemos mucho complejo, y para esa terapia sería ideal contar con las expresiones artísticas

25/02/2025

Autor/a:

por Públicos

La sección “El Personaje” está dedicada a conversar con hacedores de las artes, las culturas y los patrimonios de esta ciudad, de este país. En esta ocasión, nos contactamos con Juana Guarderas, quien desde el primer momento fue generosa al escucharnos, atenta y apasionada con esta propuesta de diálogo, con este espacio para intercambiar ideas, puntos de vista y, lo más importante, plantear posibles acciones frente a un tema que se debe reflexionar en colectivo: las industrias culturales.

Fotografías: Paula Parrini

Juana, con su mirada penetrante y una cultura tonal que expresa su trayectoria en el teatro, más de una vez me dijo: no soy una experta en el tema. A lo cual respondí: ni en esta sección ni en esta revista existen voces “expertas”, existen voces humanas, reflexivas y críticas, y en esta sección en particular voces y rostros que son inspiración no solo por su talento y trayectoria, son inspiración porque en la gestión y desarrollo cultural no se rindieron, siempre lucharon y lo siguen haciendo.

Y así, en una tarde de febrero, fría y lluviosa, en el Patio de Comedias, se dio esta charla reflexiva y divertida en la que inicio preguntándole ¿cómo entiende las industrias culturales en el Ecuador?

Ella, con fuerza y determinación, responde: las industrias culturales en Ecuador necesitan ser analizadas, tal vez existe algo de industria cultural desarrollada en el turismo y en la gastronomía, pero no es mi sector, no soy cercana a esos procesos. En nuestro vecino país, Colombia, sí podríamos hablar de industrias culturales. El sector audiovisual es una industria en ese país. El contexto ecuatoriano es muy complejo. Yo pongo en duda que el concepto de industrias culturales está en construcción, incluso.

En Colombia existe mercado, solo en Bogotá debes tener al menos unos 50 sets o estudios de grabación. Están los estudios de RCN, Sony, Netflix. Su producción es amplia: series, películas, novelas y todo lo relacionado a una producción audiovisual que es una industria, que tiene un mercado nacional e internacional. Ecuador tiene otra realidad, acá el Estado y las instituciones públicas, creo, aún están en deuda.

No solo se trata de crear leyes y normativas, sino de comunicarlas adecuadamente -cosa que todavía no existe-, de lograr que las empresas privadas se interesen. Por ejemplo, el 150% de deducibilidad para el sector cultura debe ser entendido por la empresa privada para que funcione. Los artistas no tenemos condiciones reales para ejercer nuestro trabajo. Para empezar, no constamos en un código de trabajo como otros profesionales. Ese discurso de emprendedores, en el que somos nuestros propios jefes -entre comillas-, no es cierto. No tenemos seguro social para artistas -como ocurre con los campesinos o los artesanos- y nuestra estabilidad financiera es incierta, y no porque no trabajemos lo suficiente. Esa es la realidad que vivimos. En este país aún no se entiende nuestro oficio.

Juana, con la pasión del histrionismo que habita en todo su ser, toma como referencia otros países y leyes, señala que la constitución francesa entiende que el trabajo de los hacedores de la cultura es intermitente, que no tienen sueldo fijo. En el teatro -y también en lo audiovisual-, por ejemplo, señala que tienen procesos creativos y una producción que va por temporadas, que su economía se organiza y planifica distinto, pero sin certezas. Aquí la institución responsable de nuestro sector no ha hecho lo suficiente para que otras instituciones del mismo Estado entiendan esta realidad.

Enfatiza -con su particular acento– que sin condiciones dignas para los trabajadores de la cultura no pueden existir industrias culturales en el país. Además, añade que la educación es fundamental en la formación de públicos. Con determinación señala que su principal cómplice es su público. Más de 45 años de vida tiene el Patio de Comedias, el teatro tiene 100 butacas porque es la intimidad que me gusta y es el público que puedo sostener y me sostiene.

¿Cómo se forman y sostienen los públicos?, cuestiono a propósito de lo que menciona.

Con los espacios culturales, afirma Juana, han sido años de sostener y resistir en el Patio de Comedias. El Estado debería estar presente no solo con los espacios culturales públicos, debería estar presente con todos, también con la gestión cultural independiente. Estos espacios dan vida a la ciudad, a las comunidades, a sus habitantes. Estos espacios independientes, salas de teatro, centros culturales, son los que difunden el patrimonio intangible, el patrimonio vivo de las ciudades. Desde estos espacios sostenemos los procesos de memoria e identidad. Esa memoria e identidad que te hace sentir orgulloso, que te hace sentir parte de un todo, te hace vivir en comunidad.

Hoy más que nunca debemos entender las dinámicas y procesos de los espacios culturales, levantando normativas para fomentar y facilitar su existencia. El país se nos está desgranando y solo lo podremos sostener si nos unimos y trabajamos juntos, fortaleciendo nuestra autoestima e identidad. Debemos replantear los procesos de educación, no podemos seguir pensándonos desde las carencias y el resentimiento. Recuerdo que cuando fui estudiante -en el colegio- me torturaron 3 años con una materia “Historia de Límites”, donde lo importante era conocer todo lo que perdimos y esa era la forma en la que nos reconocíamos, como perdedores. Eso hay que cambiar. Debemos recuperar la autoestima -el orgullo de ser ecuatorianos- y para eso la cultura es fundamental y debe estar presente en nuestra cotidianidad. Me imagino una ciudad activa, segura, en la que se tome el Metro para ir al Centro Cultural Metropolitano, al Teatro Capitol, al Teatro México, al Teatro Nacional, al CAC, al Patio de Comedias, a las ferias, a todos los espacios, a todas horas. Eso haría que habitemos el espacio público y vivamos la ciudad y así evitar darle más espacio a la violencia.

¿Qué crees que podría ayudar a que Ecuador tenga una industria cultural?

El país necesita hacer terapia, tenemos mucho complejo, y para esa terapia serían ideales las expresiones artísticas, la industria cultural pensada en el buen sentido -reflexiona Juana–. Pero para esto debemos cambiar de mentalidad, debemos empezar por amar este país, sentirnos orgullosos de decir que somos ecuatorianos, y que no todo mundo piense en la opción de irse o sacar su capital afuera. Y para esto se debe empezar por crear condiciones entendiendo la realidad de las ciudades y las comunidades. El Estado es responsable y debe invertir en esto. Menos tanquetas, menos militares y más arte en las calles, es en lo que debería trabajar.

Cuando se pueda articular de manera afectiva y efectiva los procesos culturales desde la educación, desde la salud, desde los derechos, desde el sentido de bienestar, podremos ir generando nuevas miradas y reflexiones, una nueva sociedad.

Solo como referencia y reflexión traigo a colación lo que pasa en el sistema educativo. Los estudiantes -desde hace algunos años ya- no pueden salir a un teatro, a disfrutar de una obra por temas de “seguridad”, no pueden pagar -aunque sea simbólico- una obra de teatro, de danza, un libro  nada que esté relacionado al trabajo cultural… ¿cómo se construye la relación de los estudiantes con la cultura desde estos espacios?

Los artistas somos sensibles a la realidad de las familias, de los barrios, de las comunidades -pertenecemos a estos espacios y realidades-, pero hay que empezar por cambiar la mirada y la forma con la que nos relacionamos con la cultura y sus trabajadores. Lo que hacemos es un trabajo y debe ser remunerado. Mientras esto no suceda muy difícilmente podríamos hablar de industrias culturales en el país.

Y así recorrimos, desde la mirada, la pasión y el cariño de Juana, su espacio, su casa, el Patio de Comedias. Con preguntas y reflexiones más fuertes sobre este concepto tan amplio y ambiguo como es el de las “industrias culturales”. Al final nos quedamos con la pregunta si es posible en este país, donde la incertidumbre y el miedo acechan, pensar en industrias culturales, y sí, es posible siempre y cuando todos nos sumemos desde las diferencias, pero sobre todo desde lo que nos une, el amor y la pasión por el arte y por esta tierra.

por Públicos
Revista de artes y pensamiento