Hasta altas horas de la noche escribe en su computadora. Su último libro trata sobre la historia de la cultura y sus distintas formas. Su vista ya está cansada y gastada por el paso del tiempo y por los innumerables libros que leyó toda su vida y que dejaron su marca en sus ojos, en su mente.
Cuando se le recuerda que es hora de hablar sobre la entrevista pactada acerca de temas culturales, refunfuña un poco, pues no quiere perder la “viada” con la que se pasó escribiendo todo el día su último texto.
Luego de pensar sobre lo que se va a conversar se dirige hacia su biblioteca, una inmensidad de libros los cuales ya no podrá volver a leerlos, debido a su retinitis conjuntiva, una enfermedad degenerativa que reduce significativamente su visión. Actualmente, cuando necesita revisar algún texto, lo hace en su computadora con el tamaño de letra más grande. Alguna vez comentó lo irónico de que últimamente todo el mundo le regala libros físicos, muchos de ellos incluso autografiados, cuando él lo único que quiere es sus versiones piratas en PDF.
Al sentarse en su sillón, se sube a su regazo una juguetona perrita de nombre “Jesusa” (en honor a la obra de Martínez Queirolo), luego de esto menciona:
Esta perra es una desgraciada, comenta entre ira y ternura. Le ha dado por mordisquear todos mis libros- continúa diciendo mientras le acaricia suavemente la cabeza -El colmo fue cuando el otro día se comió El Capital, de Carlos Marx-. Vuelve a refunfuñar y en ese momento la aleja de sí, demostrando que es el único libro que jamás le perdonará haber destruido.
Luego continúa: ¿De que íbamos a hablar?, se pregunta a sí mismo, luego se responde -Ah, si. Mi último libro, Las Formas Culturales de Ecuador en el siglo XX. Hace una pausa para organizar sus ideas y luego continúa: Bueno, pues este es un compendio de la historia de la cultura y el pensamiento social en el país y el continente. Este estudio parte de mi tesis de doctorado en la Universidad Pablo de Olavide y que originalmente trataba sólo sobre narrativa y pensamiento social. Sin embargo, luego decidí extenderla para abarcar la cultura en todas sus formas. Esto, aunque debo reconocer que antes tenía un título mucho más bonito que era Historia de la Narrativa y Narrativa de la Historia.
Luego de una pausa, la entrevista continúa con la pregunta más básica (al parecer) antes de seguir con los otros temas.
¿Qué entiende Alejandro Moreano por cultura? Suspira y le sale una expresión:
Eso es algo casi imposible de definir.
Sin embargo, luego de meditarlo un momento continúa:
Para mi cultura es la dimensión fundamental a partir de la cual los individuos, pueblos, sociedades, grupos humanos, o incluso países del mundo entero, viven su existencia, afirman su identidad y su historia, la cual puede presentarse como un conjunto de prácticas o creaciones individuales o colectivas.
Y acota:
Con respecto a mi libro, decidí escribirlo debido pues a lo largo de toda mi vida intelectual constantemente he tratado estos temas. Por ejemplo, mi ensayo sobre la historia del Ecuador en el siglo XX. Pero más importante es el ensayo Capitalismo y Lucha de Clases en la primera mitad del siglo XX. Fue por esto que decidí que sería buena idea integrar las ideas de muchos de mis trabajos previos en un solo texto.
Respecto a este último ensayo, es bueno mencionar que forma parte del libro Ecuador Pasado y Presente, uno de los más importantes publicados en el país y que marcó un hito respecto a la comprensión de la realidad nacional. Tanto así, que hay quienes consideran que con este libro se inauguró la sociología en el país. De hecho, el propio Alejandro Moreano comenta que es el libro con mayor publicación de ejemplares: más de 100 mil, “eso sin contar todas las fotocopias y pirateadas que seguramente se le hizo”, comenta jocosamente.
Retomando la entrevista se le pregunta acerca de cómo ha sido el panorama cultural y artístico en el país. Para contestar cierra los ojos y toma aire, anunciando que va a dar una respuesta muy extensa. Claro que si se tiene en cuenta que su libro, pronto a publicarse que trata sobre este tema tiene una extensión significativa (casi novecientas páginas), es justificable.
El Ecuador tiene una tremenda riqueza creativa y artística. Pensemos en los escritores de la generación del treinta los cuales en su momento eran considerados los mejores de toda Latinoamérica, convirtiendo a la literatura ecuatoriana en literatura universal. Por otro lado, cómo olvidarnos de nuestros grandes pintores y escultores entre los que recordaremos al gran Guayasamín, el cual ha sido ampliamente reconocido por retratar la lucha y su riqueza simbólica de los pueblos originarios, llegando a ser comparado incluso con (Pablo) Picasso. También me gustaría mencionar a nuestros grandes cineastas que han alcanzado innumerables reconocimientos muy importantes, nuestros exponentes en diversas disciplinas artísticas como lo son la danza, el teatro y la narrativa en todas sus formas. Y finalmente, me gustaría destacar la nueva oleada de escritoras mujeres que en los últimos años han sobresalido significativamente.
Subraya con énfasis:
Refiriéndonos al ámbito cultural, quisiera hacer hincapié en la tremenda riqueza que tiene nuestro país, que se debe en gran parte a los diversos pueblos y nacionalidades que conviven en este territorio los cuales aportan de manera significativa al engrandecimiento del mismo y que sin duda han contribuido a las diversas formas de creación artística.
Reflexionando respecto a este último punto, continúa:
Hasta el siglo XX había una represión, una negación de la dimensión cultural de los pueblos originarios, de las capas mestizas y montubias. La actividad cultural estaba restringida a las élites las cuales pretendían ser “españolas en el exilio”, por decirlo de alguna manera. Y que ocasionó que no se reconocieran en su propia realidad latinoamericana. A mi parecer, un hito importante se da después del evento del levantamiento de los obreros y posterior matanza del 15 de noviembre de 1922, en Guayaquil, lo que impactó significativamente en la narrativa, para luego de ello dar paso a una nueva literatura social representada en las grandes obras de los años treinta. Es interesante mencionar que en el lenguaje podemos ver reflejado esto. La narrativa en el país antes de estos acontecimientos, y de cierta manera queriendo replicar las corrientes europeas, se puede apreciar una literatura ceñida a los dictámenes formales de la Real Academia de la Lengua Española. Incluso Montalvo cuando se dedicaba a insultar a García Moreno (y era estupendo en ello), lo hacía con una forma de lo más pulida y europea posible. Esto incluso generó la idea de que la cultura siempre estará ligada al hablar formal, a los buenos modales. “Una persona culta es una persona educada e instruida”, se solía decir. Sin embargo, la narrativa de los treinta -de ahí su impacto- decide romper totalmente con todo esto, destruyendo así la idea de que el lenguaje formal europeo es el que debería moldear la cultura, e imponiendo en su lugar la idea de que es el habla popular la más fiel representación de la misma, así como la más fiel representación de la identidad de los pueblos. Fue este acertado movimiento lo que hizo que el movimiento literario de aquel entonces dejará su huella en la historia de la narrativa mundial. Esto, a pesar de que hubo muchas críticas en las que se tachaba a estos libros de mal escritos, mal educados, incultos e incluso vulgares.
En ese momento suena el teléfono. Al contestar, al otro lado del auricular se alcanza a escuchar una alegre voz que le pertenece a otra gran figura en el ámbito intelectual que le dice: ¿Cómo vas Alejito, qué cuentas de tu vida?.. Es preferible no entrar en detalles de la conversación para no desviar el tema. Sin embargo, llama la atención escuchar la familiaridad e informalidad con la que se tratan estos dos pensadores muy respetados y reconocidos por muchos, pero que, entre ellos, solo son dos viejos amigos que recuerdan con nostalgia las luchas sociales que compartieron en el pasado. Una conversación entre risas e incluso una que otra mala palabra.
Al colgar la llamada, el escritor confiesa que nunca le agradó del todo su apodo de “Alejo” Dice que, por otro lado, “Alejandro” es un nombre más sonoro, que infunde más presencia. Sin embargo, en ese momento recuerda al escritor cubano Alejo Carpentier y entre risas se retracta de su comentario.
Se retoma el hilo de la entrevista:
¿Cuáles son sus observaciones sobre el escenario artístico y cultural en la época actual en el Ecuador?
Creo que la cultura y las artes están atravesando por una época muy complicada y que tiene muchos elementos en contra. En primer lugar, observamos toda una posición de parte de ciertas instituciones y organismos de poder que busca restringir y coaccionar todas las manifestaciones culturales que se muestran en contra del poder hegemónico. Estas restricciones van desde cortar fondos, cerrar espacios, censurar y otras acciones que van en contra de la libertad creativa. En segundo lugar, tenemos toda la maquinaria de la industria cultural que viene de afuera. La cultura de masas siempre ha sido la gran enemiga de las culturas propias y que siempre ha buscado robarle espacios a la misma. Finalmente, me preocupa bastante el proceso de desculturización e insensibilización por parte de la sociedad la cual parece que cada vez más va perdiendo el interés.
Respecto a este último punto, el escritor decide completar su idea citando alguna publicación vista en internet:
Esa tendencia y crisis de la cultura y las artes, también se puede ver reflejada en el uso del lenguaje. Por ejemplo, tenemos que el idioma español tiene aproximadamente unas trescientas mil palabras. Luego tenemos que en el libro “El Quijote” se han llegado a contabilizar el uso de más de veinte mil palabras, demostrando así la riqueza y el uso del idioma de aquel entonces. Incluso, me di el trabajo de recopilar en un escrito cerca de dos mil insultos que he encontrado para demostrar esta exuberancia verbal. Sin embargo, en la época actual, los jóvenes hacen uso de un promedio de trescientas palabras y hay canciones banales que no llegan ni a treinta. Esto es algo que lamentablemente también parece ocurrir en otros ámbitos creativos, principalmente de la cultura de masas. Esto es sin duda, un síntoma muy preocupante.
En ese momento se detiene a mirar la hora y comenta que es preferible dar por terminada la entrevista, incluso se muestra preocupado, ya que es demasiado tarde y puede ser peligroso salir a altas horas.
Mientras se despide, el escritor desea mostrarse esperanzador, recordando los nuevos actores en el sector creativo que han agarrado mucha relevancia y que además muchos de ellos han podido mantenerse en pie de lucha frente a la situación actual. Al respecto comenta:
Me gustaría mencionar a algunos actores que han destacado en el país en los últimos años y que brindan un futuro más prometedor en el ámbito creativo. En el campo de la literatura tenemos a Mónica Ojeda, con su singular narrativa que incluso ganó un concurso en cuyo jurado estuvo el escritor Abdón Ubidia. En el mundo del teatro encontramos a Gabriela Ponce quien reivindica audazmente en su escritura el cuerpo de la mujer y la menstruación como imagen literaria. También es muy importante mencionar a Valeria Coronel y sus importantes investigaciones históricas, y finalmente me gustaría mencionar a las excelentes ensayistas de la revista Sicorax entre las que destaca Alicia Ortega con su larga trayectoria de análisis de la narrativa ecuatoriana contemporánea.
Luego de esto, Alejandro Moreano, ya casi en la puerta de salida de su casa y cuidando meticulosamente de que sus mascotas no salgan a la calle, se vuelve a despedir con un comentario final.
Creo que la mejor manera de terminar esta entrevista es recordando las palabras de Benjamín Carrión a quien conocí y me llegó a tener un gran aprecio. Bueno, al menos así fue hasta que me peleé con él debido a un error que cometió al apoyar a Galo Plaza para su posicionamiento como secretario de la OEA. Claro que hay que aclarar que esto no le desmerece el crédito de ser la gran figura en el ámbito cultural que ha tenido nuestro país. Carrión alguna vez dijo: “Si no podemos ser una potencia económica, política, diplomática y militar, ¡mucho menos militar!, seamos al menos una potencia cultural, porque para eso, nos autoriza y alienta nuestra historia”.