El arte de hacer arte. Tejiendo desde la misma madeja

25/02/2025

Autor/a:

por Narcis Herrera

Nos encontramos en una realidad llena de propuestas que ponen en cuestionamiento quiénes somos y qué tanto podemos ofrecer. Día a día nos vemos bombardeados por contenido que desafía nuestra realidad, visión y presupuestos.

Particularmente en Ecuador, -por mucho tiempo- las oportunidades y plazas de trabajo han sido escasas. Esto sin contar que, muchas profesiones creativas son tratadas como un hobby; sin contratos de por medio, sin seguro de salud, sin beneficios corporativos o estabilidad laboral. Nuestro conocimiento ha sido menospreciado y los talentos que hemos albergado y cultivado han sido tratados como mera intuición sin mérito propio. Claro está que es una generalización, sin embargo, es la realidad diaria de innumerables creativos que viven de pago en pago para poder salir adelante.

La creatividad es un derecho, es una de las expresiones más puras para comprender el mundo, la existencia misma, y, nuestro camino para conocer cuál es el espacio que habitamos; y tan solo por ese hecho, aquellas nociones con las que crecimos por tanto tiempo sobre el estereotipo de lo que es un artista, son caducas y erróneas.

Fotografías: Narcis Herrera

Sin embargo, durante los últimos años se ha generado una ola creativa impulsada por las nuevas generaciones. Gestores culturales dispuestos a apostar por la expresión y demostrar el potencial tan grande que reside en el talento local.

Los espacios autogestionados, las ferias, revistas independientes, galerías autónomas y las mismas redes sociales, han creado nuevos lugares para la difusión del arte en toda su gama de posibilidades. Mientras la lucha por los derechos de los creadores sigue viva y en constante evolución, estas plataformas han permitido crear una base para la democratización del arte en el país, al dar una voz a aquellos que, por falta de recursos, o conexiones, se encontraban excluidos de participar en el discurso cultural. 

Y gracias a este fenómeno, el crecimiento profesional, la educación y visibilidad de grupos marginados; ha crecido exponencialmente generando atención en la importancia del arte.

He trabajado en esta industria por trece años, experimentando de primera mano la lucha constante por el respeto, el trato y la compensación justa. 

He podido acceder a la educación pública, llena de profesores ególatras que quiebran las ilusiones de cada generación al no poder ver más allá de sus narices, bolsillos o intereses; con falta de liderazgo y participación.

Citando a Allen Ginsberg:

“Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas, histéricamente desnudas, arrastrándose por las calles”.

Por supuesto, había el otro lado del espectro, un grupo de profesores apasionados, que han dedicado su vida a guiar, alentar y alimentar el crecimiento individual y colectivo de cada generación que ha pasado por sus aulas. A ellas y ellos, les dedico mi profundo agradecimiento. Son las personas que mantienen el espíritu del arte vivo, siempre cambiante y desafiante. Como debe ser.

Viviendo estas experiencias, el poder observar y participar en el surgimiento de nuevos espacios y propuestas, me ha generado ilusión por el futuro del arte en el país.

Por mucho tiempo vivimos bajo el régimen de monopolios extranjeros que dictaminaban los conceptos de belleza y los procesos laborales a seguir. Sin embargo, ahora –mientras aquellos monopolios siguen presentes- contamos con marcas locales que contratan mano de obra nacional con un trato y paga justa. Que abogan por la expresión de nuestra realidad política y social, demostrando el talento, historia y cultura artesanal llena de riqueza; y, además celebran la identidad propia y única de nuestra región.

Es una rebelión que busca redefinir el mercado y sus procesos. 

Gracias a estas iniciativas, los recursos con los que contamos se han ido multiplicando. Tan solo hace diez años, se esperaba que el creador fuese un “todólogo”. Personalmente, trabajando en gran parte como fotógrafo, se esperaba de mí, saber: maquillar, peinar, producir, estilizar, construir sets, gafear, ser diseñador gráfico, marketero, fotógrafo, editor, entre otras cosas en una lista interminable. Está muy bien saber sobre todos estos aspectos para poder dirigir un equipo de trabajo con eficiencia y liderazgo, sin embargo, realizar el trabajo de veinte personas por uno solo, es desgastante. Tan solo sugerir tener una persona extra para asistencia durante aquel entonces –y que hoy por hoy, todavía sucede-, era considerado como un “gasto innecesario” y extravagante.

Ahora, gracias a la especialización de las artes y la difusión de los procesos de trabajo, el flujo de producción es mejor, existe una valoración y necesidad de profesionales dedicados a un área específica, y, la calidad del trabajo es significativamente superior al contar con un equipo concentrado en tareas individuales para dar vida a una visión.

De igual manera, hacer una exposición solía ser un espacio reservado a un puñado de artistas. Ahora existen varios lugares con la apertura a recibir variadas propuestas, sin la necesidad de contar con portafolios extensivos o conexiones. Sé ofrecen convocatorias abiertas con diferentes temáticas y que cuentan con un público dispuesto a consumir arte por su significado e impacto. Las galerías ya no son tan solo mercados elitistas, son lugares de conversación, discusión y valorización de ideas. 

Todos estos factores han contribuido a generar una nueva realidad de oportunidades para la expresión artística y su importancia. Este capítulo abre la puerta a la exploración, no tan solo basada en tendencias y contenido, si no, concentrada en el acto de la creación por la creación misma. Es una invitación a navegar a través de la sensibilidad, el gusto, la ingenuidad, la importancia y gozo de hacer arte. Es una etapa de cambio con una mentalidad enfocada en fomentar y aprovechar estas nuevas herramientas. 

Como toda revolución, puede ser de provecho para nosotros y las generaciones por venir mientras mantengamos la mira en el avance y la evolución, impulsada por la historia y acciones de nuestros predecesores. 

Sin embargo, no es hora de bajar la guardia. Existe una lucha constante por una mejor educación, por condiciones laborales justas, por nuevas políticas de inclusión y fondos de desarrollo para los artistas locales, y, generar nuevos espacios de exploración y expresión libre. El arte no es contenido desechable y de consumo rápido, es la materialización de todos los conceptos que nos conforman como sociedad a través del tiempo. Es la belleza que nos nutre, la violencia que nos cuestiona, la implosión o explosión que nos inspira. Es el legado de nuestra realidad personal y colectiva, y, debemos continuar luchando para que nuestros derechos sean respetados y escuchados. Es momento de levantar la cabeza con orgullo y seguir creando.  

por Narcis Herrera
Artista multidisciplinario