18/11/2024

3 semanas ago

Debates

Reflexiones sobre la diversidad cultural desde una parte del teatro en Ecuador

25/10/2024

Autor/a:

Susana Nicolalde

Reflexiones sobre la diversidad cultural desde una parte del teatro en Ecuador
Fotografías: Christian Pérez

Se puede decir que la cultura, al intentar hablar de ella como un todo absoluto, es un fenómeno complejo que se manifiesta en diversas formas y contextos, integrando una multiplicidad de tradiciones, prácticas sociales y expresiones artísticas. En este sentido, el concepto de diversidad cultural se erige como una propuesta que busca reconocer y valorar las distintas manifestaciones en un mundo cada vez más globalizado. Sin embargo, a menudo se pretende limitar esta diversidad, ignorando su carácter intrínseco. Frente a esta realidad, es crucial establecer un diálogo que permita reflexionar sobre la importancia de la diversidad cultural y su papel en la sociedad.

La diversidad cultural en Ecuador enriquece nuestra identidad y se refleja en un sinnúmero de aristas, siendo el teatro uno de los principales espacios de esta manifestación. A través de sus múltiples formas, el teatro ofrece un espacio crucial e histórico para la reflexión social y el cuestionamiento de realidades que afectan a la comunidad. Como manifestación singular del arte escénico, ha sido un medio de expresión, reflexión y resistencia a lo largo de los años. Sin embargo, para que este potencial se desarrolle plenamente, es esencial analizar el papel del Estado en la promoción y garantía de los derechos culturales.

A pesar de los esfuerzos por promover una cultura diversa, persisten desafíos significativos que limitan su consolidación. Uno de ellos es la percepción errónea de las artes como un lujo en lugar de una necesidad. En muchos contextos, el arte se ve como una actividad marginal, relegada a un segundo plano frente a otras prioridades. Esta visión no sólo desestima la relevancia del arte en la vida cotidiana, sino que también dificulta la creación de políticas públicas que garanticen el apoyo a los artistas y la promoción de espacios culturales accesibles.

El Estado tiene la responsabilidad de reconocer y fomentar el arte como un derecho humano esencial. Esto implica no solo proporcionar un marco normativo que garantice el acceso a la cultura, sino también asignar recursos adecuados que permitan el florecimiento de las diversas expresiones artísticas en todo el país. Sin embargo, se ha observado que el Estado no logra cumplir de manera cabal con su deber, dejando a muchos artistas y comunidades en una situación de vulnerabilidad, sí, léase bien, de vulnerabilidad. La falta de apoyo institucional y la ausencia de políticas públicas efectivas han llevado a que el sector cultural opere en condiciones frágiles, impidiendo el ejercicio pleno de los derechos culturales consagrados en la Constitución de la República del Ecuador. Estos derechos incluyen, mencionando lo que reza la Constitución, la capacidad de construir y mantener su propia identidad cultural, decidir sobre la pertenencia a comunidades culturales y expresar dichas elecciones; disfrutar de la libertad estética; conocer la memoria histórica de sus culturas y acceder a su patrimonio cultural; y difundir sus propias expresiones culturales, así como tener acceso a manifestaciones culturales diversas.

El Estado, a menos que la Constitución ecuatoriana cambie, debe propiciar los mecanismos para el ejercicio y promoción de la diversidad cultural, un eje que debe estar presente en todas las políticas estatales. Esto requiere una visión que no solo contemple el arte como un lujo, sino que lo entienda como una herramienta vital para el desarrollo humano y social. En este contexto, el Estado debe implementar políticas que garanticen el acceso equitativo a las manifestaciones culturales, promoviendo la inclusión de todas las comunidades, sin distinción. Esto es particularmente relevante en un país con una rica herencia cultural, donde diversas tradiciones y formas de expresión coexisten y enriquecen el panorama artístico, convirtiéndose en un pilar de convivencia en el país.

Además, es necesario abordar la mejora del currículo educativo, otro aspecto crucial en esta labor. Una malla curricular que promueva una reflexión limitada a breves rasgos sobre la diversidad cultural del país condena a las actuales y futuras generaciones a abandonar una parte de la historia que también les constituye. Un currículo que incluya un fuerte componente de educación cultural no solo facilita el acceso a las artes, sino que también fomentaría el respeto y la valoración de la diversidad cultural desde una edad temprana.

El Estado tiene la responsabilidad de garantizar que esta educación sea accesible para todos, asegurando que las nuevas generaciones comprendan la importancia de las artes en su desarrollo personal y social.

Además, es necesario abordar la mejora del currículo educativo, otro aspecto crucial en esta labor. Una malla curricular que promueva una reflexión limitada a breves rasgos sobre la diversidad cultural del país condena a las actuales y futuras generaciones a abandonar una parte de la historia que también les constituye. Un currículo que incluya un fuerte componente de educación cultural no solo facilita el acceso a las artes, sino que también fomentaría el respeto y la valoración de la diversidad cultural desde una edad temprana. El Estado tiene la responsabilidad de garantizar que esta educación sea accesible para todos, asegurando que las nuevas generaciones comprendan la importancia de las artes en su desarrollo personal y social.

Es esencial que el Estado potencie y multiplique espacios culturales que funcionen como puntos de encuentro y formación. Estos espacios deben estar diseñados para facilitar el acceso a actividades artísticas y culturales, promoviendo la participación activa de la comunidad. La creación de centros culturales en áreas desatendidas sería un paso significativo para democratizar el acceso a la cultura, permitiendo que más ciudadanos se involucren con las diversas expresiones artísticas de su entorno. La creación de estos espacios no solo beneficiaría a los artistas, sino que también enriquecería a la comunidad al ofrecer un lugar donde puedan conectarse y aprender.

La articulación entre el Estado y los artistas es vital para el desarrollo de una cultura dinámica y comprometida con los valores de la justicia social y la igualdad. El Estado puede y debe adoptar un enfoque colaborativo en el que se valore y respete la voz de los artistas y las comunidades culturales. Esta colaboración debe traducirse en un apoyo constante y en la creación de políticas que faciliten la producción y difusión del arte, así como en la promoción de proyectos que fomenten el diálogo y la reflexión en torno a temas relevantes.

El compromiso del Estado no se debe limitar a la mera promoción de la cultura; debe mantener un enfoque proactivo que busque constantemente mejorar la infraestructura cultural y educativa. Esto incluye la capacitación de artistas, la creación de residencias artísticas y el establecimiento efectivo de incentivos fiscales para quienes contribuyan a la cultura. Al fortalecer el entorno cultural, el Estado no solo estará cumpliendo con sus responsabilidades, sino que también sentará las bases para una convivencia más inclusiva, incluyente y equitativa.

Asimismo, es crucial que el Estado establezca alianzas estratégicas con instituciones educativas, organizaciones no gubernamentales y el sector privado. Estas alianzas pueden facilitar la implementación de programas de capacitación y sensibilización que fortalezcan el conocimiento y la apreciación de la diversidad cultural en la población. La colaboración entre diferentes sectores puede multiplicar los esfuerzos por promover el arte y la cultura, generando un impacto positivo en la comunidad.

En este contexto, es importante destacar que la diversidad cultural no es solo un derecho que debe ser garantizado, sino también una riqueza que debe ser celebrada. Las comunidades deben tener el espacio y la oportunidad de compartir sus tradiciones, historias y formas de expresión. La inclusión de diferentes voces en el discurso cultural es esencial para construir una sociedad más justa y equitativa. El Estado, por tanto, tiene el deber de crear un ambiente propicio donde estas expresiones puedan florecer sin restricciones.

Cabe insistir en que el Estado tiene la responsabilidad de ser un promotor activo de la diversidad cultural en Ecuador. Este compromiso implica no solo el reconocimiento de la cultura como un derecho humano fundamental, sino también la implementación de políticas efectivas que garanticen el acceso a las artes para todas las personas. Mejorar el currículo educativo para ampliar la sección de educación artística, crear espacios culturales accesibles y establecer una colaboración estrecha con los artistas son pasos esenciales para construir un entorno en el que la diversidad cultural sea celebrada y el arte cumpla un papel central en la vida de la sociedad.

Al final, la riqueza cultural de Ecuador no solo debe prosperar, sino que debe ser un patrimonio que cada ciudadano pueda disfrutar y en el que pueda participar activamente. Solo a través de este enfoque integral se podrá garantizar que todas las voces sean escuchadas y que cada expresión cultural tenga un lugar en el panorama artístico del país. El arte y la cultura son esenciales para el tejido social y deben ser tratados como tal, no como una opción secundaria, sino como un componente fundamental de la vida en Ecuador.

Finalmente, es necesario decir que el desarrollo y la promoción de la diversidad cultural requieren un compromiso conjunto que involucre al Estado, a los artistas y a la comunidad. Esta tarea no solo busca preservar y fomentar la cultura existente, sino también empoderar a las nuevas generaciones para que se conviertan en agentes activos en la creación y promoción de sus propias identidades culturales. En un mundo donde la globalización tiende a homogeneizar las culturas, la resistencia a esta tendencia se convierte en una necesidad. En Ecuador, la diversidad cultural no es solo un aspecto de nuestra identidad; es la base sobre la cual podemos construir un futuro más inclusivo y solidario. A través del arte, especialmente del teatro, se puede articular un discurso que impulse el cambio social y fomente la cohesión en un país marcado por su pluralidad cultural. La verdadera riqueza de Ecuador radica en su capacidad para celebrar esta diversidad y permitir que todas las voces sean escuchadas, creando así un espacio donde el arte y la cultura florezcan y contribuyan al bienestar de todos.

Por Susana Nicolalde
Actriz, dramaturga y gestora cultural