Armas de fuego, películas, política y masculinidad: ¿Qué puede salir mal?

25/09/2024

Autor/a:

Carla Álvarez Velasco

En el mundo, las armas de fuego son responsables del 42% de las muertes violentas fuera de contextos de guerra (UNODC, 2023). Este porcentaje varía significativamente entre regiones: en África, las armas causan el 28% de las muertes; en América, aproximadamente el 70% de los homicidios (a pesar de no tener conflictos bélicos declarados); en Asia, el porcentaje es del 28%, mientras que en Europa y Oceanía es mucho menor, con un 13% y un 10%, respectivamente (UNODC, 2023).

Además de causar muertes, la proliferación de armas de fuego entre la población civil genera otros tipos de violencias. Cada año, las balas perdidas dejan entre 2 y 7 millones de personas con discapacidades permanentes (Alvazzi del Frate & De Martino, 2013). La presencia de un arma en el hogar triplica la violencia letal contra las mujeres (Amnistía Internacional, IANSA y Oxfam, 2005), y si un abusador tiene acceso a un arma, el riesgo de homicidio para la víctima aumenta en un 500% (Campbell et al., 2003). Asimismo, el uso de pistolas o revólveres facilita los asaltos sexuales y las violaciones (Jian, 2024), y la presencia de armas en el hogar incrementa el riesgo de suicidio, como se observa en Estados Unidos y Suiza (Stroebe et al., 2024). Además, estos dispositivos elevan los niveles de violencia en delitos comunes y fortalecen el poder de las organizaciones criminales (Leiva Geovanny, 2020).

A pesar de estos datos, en muchos países, un gran número de personas confía fuertemente en las armas para su autoprotección. Sin embargo, para defenderse de un ataque de manera efectiva, es crucial que la potencial víctima vea al agresor antes de que este ocurra (Bandeira, s.f.). Esta condición rara vez se cumple, lo que significa que quienes poseen armas y pretenden usarlas durante una agresión, tienen el doble de probabilidades de ser víctimas de violencia, en comparación con quienes no las tienen (Stroebe et al., 2024).

Con esta información, es interesante preguntarse ¿por qué persiste la confianza en las armas de fuego? ¿Cuáles son las razones para esta creencia? No son preguntas sencillas de responder pues obedecen a múltiples factores económicos, jurídicos, psicológicos, securitarios y culturales. Ahora bien, la cultura nunca se ha considerado un factor clave para entender la fascinación por las armas. Sin embargo, abordar esta situación desde la dimensión cultural; y, más específicamente desde la cultura de la violencia, puede ser muy revelador

En este punto vale preguntarse ¿Qué es la cultura? Según la inteligencia artificial, es un conjunto de conocimientos, creencias y costumbres que caracterizan a un grupo social, cambiando con el tiempo y variando entre diferentes comunidades. Por su parte, la cultura de la violencia, incluye aspectos de la vida cotidiana que naturalizan comportamientos violentos y agresivos, a través de las redes sociales y de los medios de comunicación, especialmente en el cine y la televisión.

En efecto, el mundo de lo audiovisual está repleto de mensajes que fomentan el miedo y promueven el uso de la violencia con instrumentos como las armas de fuego, con la finalidad de defenderse. A esta receta, añaden un elemento adicional: la masculinidad, puesto que atribuyen a los hombres la responsabilidad de mantenerse a salvo y de proteger a su familia, mediante el uso diestro de las armas. Entonces, a través de películas como *El Justiciero* (2018), *Una historia de violencia* (2005) y *El Castigador* (2004), entre muchísimas otras, que están disponibles en una diversidad de plataformas como Netflix y YouTube, se propaga el imaginario de que cada hogar necesita una especie de «superhombre», que sea capaz de mantener a salvo a su familia y a sus bienes, y que para lograrlo utilice toda la violencia que sea necesaria, incluidas las armas de fuego. A esto se suma que muchas series de televisión alimentan la idea de que un evento apocalíptico podría desencadenar una anarquía violenta en el mundo, ante lo cual, las armas son dispositivos esenciales para que todo hombre pueda conservar su propia vida, mientras protege a sus seres queridos. Un ejemplo claro se encuentra en la popular serie “The Walking Dead”, donde las armas son instrumentos protagónicos para enfrentar tanto a zombies como a otros sobrevivientes depredadores.

Por supuesto, la asociación entre armas, autoprotección y masculinidad va mucho más allá del mundo audiovisual. Está presente en discursos políticos, en distintos tipos de géneros musicales y literarios. No obstante, es indudable que su propagación en el mundo del cine y la televisión ha contribuido de manera decidida a consolidar la errónea idea de que un hombre armado puede garantizar la defensa y la supervivencia familiar en caso de un ataque inminente o en un escenario apocalíptico. Sin duda, en apariencia es una ecuación atractiva, sin embargo, no tiene asidero en evidencia científica, como ya se ha mencionado. Por tanto, después de esta breve reflexión me permito sostener que ni las armas contribuyen a nuestra protección personal ni debemos creer todos los cuentos que nos cuentan las películas.

por Carla Álvarez Velasco
Docente e investigadora universitaria
Especialista en temas de seguridad