Arte y técnica, movimiento. Somos en ese sentido técnica pura. Una especie de conexión, cable a tierra, mano, aguja e hilo. Cuerpos improbables e imperceptibles, pedacitos de basura invaluable.
Nos propusieron escribir sobre tecnología y patrimonio, así que nos volcamos hacia la tecnología ancestral y de cuidado que es la hamaca. Desde/en la hamaca de Karin Iturralde nos dejamos garabatear, viajar hacia el detalle…
La hamaca pensaba que se balanceaba sin sentido: No había pasado tanto tiempo desde la última vez que me mecí. Me encantó encontrar la gravedad afectada. En qué fuerza incontenible he llegado a convertirme, qué extrañeza es ser soporte y sostén.
Una hamaca precisa de un cuerpo. Más importante aún, todo cuerpo precisa de una hamaca. No podemos negar el giro eterno del que venimos. Ni del descanso ni del correr. Somos una especie de mareo. Despertar a merced. Amarrada nuevamente. La hamaca garabatea, balbucea, baila el lenguaje del vaivén. El nudo se impone.
Un meteorito fijo que suena como un goteo, unos vientos y esa voz que sigue aquí, repitiéndose. Esta hamaca jean con huecos viaja a través de las hilachas hacia las constelaciones.
Las hebras de los bordados que me rodean saben que el nudo habla, junta, sostiene, marca el inicio y el fin.
Un día, harta del calor escapó hacia la ciudad más fría del mundo. Lejos de su contexto original, terminó agotada y desmayó.
Todo lo que normalmente cae al piso, está hoy en la pared.
por Mariuxi Giraldo, Angie Farfán, Salomé López, Christian Vallejo, Víctor Purcachi, Gabriela Granda y Santiago Ávila Albuja
Este texto está construido de forma polifónica por el Equipo de Exposiciones y Programas Públicos del Centro de Arte Contemporáneo acerca de la exhibición de la quinta edición del Premio Mariano Aguilera.