Inti Raymi: un encuentro sagrado con la tierra y el sol

El Inti Raymi, o Fiesta del Sol, es una celebración ancestral, especialmente andina, que marca el solsticio de verano en el hemisferio norte y el solsticio de invierno en el hemisferio sur. Este año 2024, el solsticio en Ecuador tuvo lugar el 20 de junio a las 3:50 pm, destacando nuestra posición singular en la mitad del mundo.

El Inti Raymi, o Fiesta del Sol, es una celebración ancestral, especialmente andina, que marca el solsticio de verano en el hemisferio norte y el solsticio de invierno en el hemisferio sur. Este año 2024, el solsticio en Ecuador tuvo lugar el 20 de junio a las 3:50 pm, destacando nuestra posición singular en la mitad del mundo.

 

Más que una fiesta, el Inti Raymi es un ritual en el que los habitantes, año tras año, agradecen a la Pacha Mama (Madre Tierra) por las cosechas. Nuestros ancestros utilizaban los ciclos solares como base de su propio calendario agrícola, de hecho, en la actualidad continuamos esta tradición con rituales de limpieza, ofrendas, música y danza en diversas comunidades.

 

El Inti Raymi tiene un origen inca, pero ha sido adoptado como parte de nuestras tradiciones en varias de las comunidades indígenas ecuatorianas. Las culturas milenarias de la región ya conocían los equinoccios y solsticios, viviendo en armonía con el cosmos y celebrando estos eventos con ceremonias y ofrendas a la tierra.

 

La cosmovisión andina  interpreta el mundo a través de una relación sagrada entre el ser humano y la madre tierra. Se basa en la reciprocidad, promueve el cuidado de las relaciones humanas, el vivir en comunidad y el respeto a todo ser vivo, desde los árboles y animales hasta las montañas, ríos y el universo entero.  Esta filosofía busca el equilibrio entre la vida terrenal y espiritual, marcando un nuevo comienzo con cada evento astronómico.

 

En Ecuador, los pueblos étnicos y milenarios sostienen estas celebraciones con diversas expresiones culturales como el Hatun Punlla, los San Juan, los San Pedro y las octavas.

 

El Hatun Punlla, conocido como el “gran día”, es un ritual de nuevo comienzo. Con música y danza, los participantes se conectan con la tierra a través de la vibración de sus pies. Esta celebración puede durar más de 15 días, simbolizando un tiempo de renovación y agradecimiento.

 

Dentro de esta tradición, hay un ser mitológico que destaca, es el Aya Huma (erróneamente conocido como «diablo huma») y significa «cabeza de espíritu» (aya: espíritu y huma: cabeza), lidera la celebración y representa la dualidad y el equilibrio. Sus 13 cachos simbolizan el ciclo lunar anual. Quienes lo representan se preparan meticulosamente antes de danzar, tal como lo hace Max Robalino, danzante de Aya Huma del Corpus Christi de Alangasí.

 

Para Robalino, el proceso para utilizar la vestimenta del Aya Huma es “muy especial”. Primero, coloca su máscara en un lugar significativo, siempre con una copita de agua y trago, ya que considera al Aya Huma como una energía que cuida la celebración y sus participantes. Lleva sus elementos un día antes, enciende fuego y pide permiso a los atuendos para usarlos y que lo protejan: la Pacha Mama, el sol, el agua, el viento, el abuelo fuego y los “apus” o espíritus de las montañas. Luego, riega un poco de agua y trago sobre su vestimenta y máscara, imaginando profundamente lo que hará.

 

“Intento sahumar mi máscara por dentro y por fuera antes de ponérmela, pidiéndole permiso y hablando con ella para bailar bien. Mi máscara es celosa”, enfatiza.

 

Con un aire de misterio, Robalino dice que, en ocasiones, ha visto que su máscara se mueve sola; y que, al ponérsela, ha sentido que sus pupilas se dilatan tanto que sus ojos pierden el blanco. Advierte que la máscara es sagrada y tiene el enorme poder de transformarla. Ya con toda la vestimenta, Max se detiene, reflexiona lo que va a hacer y fluye.

 

El Inti Raymi, para él, es un acontecimiento que le acerca profunda e intensamente a sus raíces ancestrales, en una gran celebración por la vida, anclada a un reconocimiento inconmensurable, su propia historia.

 

por Bto Rivera
Productor y gestor cultural

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Fotografías: Bto Rivera