Doris Tituaña Rojano – La abuela de mi madre fue partera, mi madre fue partera, yo soy partera

25/04/2025

Autor/a:

por Públicos

Dialogar alrededor de la palabra y el concepto de ruralidad ha sido un proceso complejo. Las definiciones formales en más de una ocasión están alejadas del sentir de quienes transitan y habitan la comunidad, la ruralidad.

Esta edición nos permite conocer a Doris Tituaña Rojana, en la comuna Chilibulo, Marcopamba, La Raya, ella tiene más de 20 años dedicada a la partería ancestral-tradicional, y desde que murió su mamá, Lourdes Rojana, hace más de un año y medio, está a cargo del Centro de Sanación Mamá Lourdes.

Doris habla de la lucha que ha significado tener el reconocimiento a su oficio, que es parte del patrimonio inmaterial y ancestral del país. También enfatiza sobre la importancia de la comunidad, del trabajo colectivo, del conocer y reconocernos desde nuestras raíces.

Inicio preguntándole ¿qué significa ser partera?

Responde sin dudar. Ser partera es ser una segunda madre, es ser una psicóloga, es investigar todo sobre la mujer que será madre y su embarazo y así -con esta información- se brinda un acompañamiento adecuado y empático. Sostiene que no todas las mujeres son iguales, que nos atraviesan miradas y realidades distintas y que desde ahí se deben tener alternativas entre la medicina andina y la occidental.

Señala que en todos estos años ha trabajado con mujeres de todos los estratos sociales y de diferentes provincias del país -sobretodo de la sierra centro- y lo importante que ha sido el acompañamiento para que las mujeres se sientan más seguras y respetadas. Enfatiza que muchas mujeres de comunidades de la sierra usan parte de su vestimenta tradicional en el parto y que eso está bien porque los cuerpos y las identidades deben ser tratadas con respeto, entendiendo sus procesos culturales. 

En medio de esta respuesta le pregunto ¿cómo supo ella que quería ser partera? 

Doris sonríe y dice: desde que tengo 5 años siempre estuve cerca de mi madre asistiendole, ayudando y aprendiendo todo sobre este oficio. Pero mi madre siempre decía: quiero que mis hijos sean más que lo que yo he sido. Mis hermanos y yo estudiamos otras carreras -otros oficios- gracias al trabajo de mi madre. 

Pasaron los años y migré a España y ahí tuve una amiga que estaba embarazada, su bebé estaba desencajada con peligro de aborto,-le dije- yo se cómo ayudarte y encaje a su bebé, ahora esa niña ya tiene más de 16 años. Desde ahí supe que esto era lo que me gustaba y llenaba, que yo tenía el don y que me lo había heredado mi madre. 

Pasaron los años y todo este tiempo trabajé junto a mi madre, cada una teníamos nuestras pacientes. Ella me enviaba a cursos de medicina ancestral y occidental -antes era muy difícil contar con esos espacios de formación-, ella me decía tienes que estudiar, no quedarte solo con esto, y así me fue preparando. Mi madre fue quien encabezó los procesos organizativos para que se reconociera el trabajo de la partería en esta ciudad. Gracias a eso hoy somos parteras certificadas y reconocidas por el Ministerio de Salud Pública. Actualmente, trabajamos coordinadas con los centros de salud, tenemos hojas de registro y seguimiento de las mujeres que atendemos y esto permite un trabajo adecuado entre los médicos y nosotras, y lo más importante es que la atención a las mujeres y sus bebés es oportuna. Aquí he tenido mujeres que llegan sin ningún control médico, sin vacunas, sin un tratamiento adecuado y con varios meses de gestación, yo converso con ellas para que asistan al dispensario médico, para que entiendan la importancia de ello y luego de eso sí las puedo atender. Es mi forma de trabajar, siempre entendiendo la importancia de juntar la medicina ancestral con la occidental, estás dos se complementan y le hacen bien a las mujeres y sus niños.

¿Cómo es el proceso para certificarse como partera ancestral?

Ha sido muy duro. Los procesos administrativos no siempre son acordes a la realidad de las comunidades. Me he enfrentado a doctores y a procesos administrativos que discriminan el conocimiento ancestral. Pero he sido fuerte y he tenido que decirles muchas veces -a los doctores- póngame a prueba, se va a dar cuenta que tengo razón, y también más de una vez he puesto de referencia la constitución, somos un Estado Pluricultural y eso también está relacionado a la salud, a la medicina.

He pasado procesos de capacitaciones y charlas, he tenido atenciones y partos bajo la supervisión de médicos y lo más importante he tenido el respaldo de la comunidad, ellos han certificado mi trabajo y el aporte social que les he brindado con mi oficio de partera.

Este oficio es por puro amor, soy una partera reconocida por el Ministerio de Salud, trabajo de forma coordinada con ellos, pero no tenemos una remuneración como tal, nuestros ingresos económicos son acuerdos directos con nuestros pacientes. Actualmente, en nuestros espacios solo damos atención al proceso de gestación, los partos que realizamos los hacemos en los centros de salud por pedido de las madres y bajo el acompañamiento de los equipos médicos. Ahí ellos miran nuestra forma de trabajar y también aprenden de nosotras, aprendemos todos. 

La abuela de mi madre fue partera, mi madre fue partera, yo soy partera y así este oficio se ha transmitido de generación en generación en mi familia. Ser partera me abre siempre la mente y las ganas de seguir aprendiendo, el conocimiento es infinito, concluye Doris. 

por Públicos
Revista de artes y pensamiento

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