«Solo porque un hombre carezca del uso de sus ojos, no significa que carezca de visión»
Helen Keller
Qué placentero resulta recorrer las obras de arte en un museo, caminar en silencio como si no quisiera perturbar el ambiente, leer las pequeñas etiquetas que revelan de manera concisa la esencia de la obra que cautiva mis ojos, o desplazarme por la ciudad, sumergida en el ritmo de la vida urbana, con la gente, los anuncios, los carros y las ventas callejeras creando un mosaico citadino, cotidiano. Pero con un pequeño detalle: de pronto ya no puedo ver. ¿Qué hago? Sin ver ¿cómo vivo el mundo?
Con preguntas como estas nació un proyecto, el sueño de un grupo de personas con discapacidad visual (María Fernanda, Irene, Germán y Darwin), quienes decidimos romper con estereotipos y formas tradicionales de hacer cultura y turismo; y por qué no mostrar cómo nos desenvolvemos día a día.
“Viviendo Quito con Sentidos” le pusimos como nombre al grupo, somos cuatro personas con ceguera y baja visión, profesionales en distintas áreas del conocimiento (sociología, educación, comunicación y turismo), guías locales de turismo certificados desde el 2017 por el Ministerio de Turismo del Ecuador.
El reto era pensar, crear y poner en marcha una propuesta distinta, novedosa y llamativa que implique una inclusión a la inversa. Es decir, que los usuarios se adapten a nuestra idea. En otras palabras, prestarles nuestros zapatos para que vivan, por un tiempo corto, una dificultad que les permita comprender cómo conocer una muestra histórica en un museo usando todos sus sentidos excepto la vista; y además conocer cómo se desarrollan las personas con discapacidad en la vida cotidiana.
Nos dedicamos a realizar el codiseño de las rutas, analizamos los espacios físicos, las muestras artísticas, los momentos históricos, la relevancia social y cultural para, si es posible, transformarlos en accesibles. Esto permite que las actividades que ofrecemos en nuestras mediaciones sean descriptivas y lúdicas para quienes deciden vivir con nosotros esta aventura.
A las personas que participan en nuestros recorridos les invitamos a que se cubran los ojos con antifaces para que la vivencia sea distinta, educativa y emocionante. Sabemos que es normal sentir miedo, vulnerabilidad e inseguridad, pero con las instrucciones y consejos que previamente damos, las personas se sosiegan y confían. El resto de sentidos se agudizan al privar al cuerpo de la vista.
La voz que guía es la única que puede dar una noción del área que recorremos, porque puede ser que el tiempo y el espacio se pierdan al cubrirse los ojos.
Por supuesto, es fundamental para nosotros cuidar a las personas y preguntamos si tienen algún problema de salud o intolerancia a algún elemento. El viaje sensorial comienza con una variedad de aromas, texturas, sonidos y sabores. Nuestra propuesta es orgánica y amigable; utilizamos recursos naturales y cotidianos como canela, semillas de cacao, hojas, plantas, telas, lanas, alimentos, esencias y efectos de sonido. Todo diseñado para transportar a los visitantes a un lugar único. A medida que compartimos historias, anécdotas y cosmovisiones, cada participante va asimilando el conocimiento de manera distinta. Nos encanta escuchar sus dudas, ideas, preguntas y saber cómo se sienten en cada momento y espacio, para crear una experiencia personalizada y enriquecedora.
Después de vivir esta práctica, nuestros participantes no vuelven a ver o sentir igual. La vivencia es transformadora, les permite conectar con sus propias emociones y con el mundo que les rodea de una manera más profunda.
Nos sentimos felices de haber creado algo que inspira y toca la fibra de las personas, cuando nos dejan frases como estas:
“A veces hay que cerrar los ojos para entender mejor el mundo y aprender hasta de nosotros mismos. Gracias por la experiencia”.
“Me encantó la experiencia. Me voy con los sentidos superactivados. Gracias.”
Como antecedente, empezamos nuestros recorridos turísticos sensoriales en el Centro Histórico de Quito y nuestras mediaciones culturales sensoriales en el Centro Cultural Metropolitano. Era una manera de aprender y poner a prueba si lo que pensábamos iba a funcionar. Era algo así como un trueque, nosotros interveníamos en las exposiciones y a cambio nos prestaban las instalaciones para reunirnos e ir haciendo bosquejos y planes.
Y así colaboramos en exposiciones de arte, como la de Yoko Ono: “Universo Libre”, Inmersiones Estratégicas – Primera Parada y la muestra «Dinámicas Urbanas Quito 1978-2018 y Diálogos con los Públicos».
Pasaban los meses y en los negocios del Centro Histórico de Quito ya nos identificaban. Ofrecemos hasta ahora una ruta base que comienza en la emblemática Plaza Grande, donde se incluye una teatralización de leyendas quiteñas. Luego pueden elegir la elaboración y degustación de helados de paila a ciegas o experimentar una cata de chocolate a ciegas.
También tenemos una ruta en casos especiales, que incluye la guianza turística de algunos atractivos en el Centro Histórico, junto con una clase demostrativa de cocina quiteña. En esta clase, los participantes pueden elaborar un plato de comida tradicional y degustar dulces quiteños (todo a ciegas).
Ya tuvimos en honor de ofrecer nuestros servicios a diferentes grupos e instituciones: Universidad de las Fuerzas Armadas, Escuela Politécnica del Chimborazo, Universidad Técnica Equinoccial, Quito Turismo, medios de comunicación, operadoras turísticas, gerentes de hoteles, entre otros, y sentimos que ha sido un ganar-ganar por cada momento compartido.
Estamos convencidos de que una acción importante a implementar es tocar las puertas de la academia para que, a través de talleres de sensibilización se formen más profesionales que tengan en su mapa mental la inclusión en proyectos o que trabajen con gente con discapacidad.
Nos encantaría que los artistas emergentes nos sorprendan con producciones que acerquen el arte a todos y todas, sin importar su edad, capacidad o condición.
Queremos que los museos sean espacios inclusivos y accesibles, donde todos puedan conocer y disfrutar del arte. Para lograr esto, es fundamental que los museos se provean de materiales y recursos adecuados, como réplicas de obras que permitan el tacto y la exploración.
También es importante que estos espacios capaciten a su personal para trabajar con públicos diversificados y que se aseguren de que las personas con discapacidades tengan acceso a los recursos y apoyos necesarios para disfrutar del arte.
Nuestro fin no es competir con los guías de turismo tradicionales, sino ofrecer un nuevo servicio que incluya una experiencia única y sensible, que a la vez permita a propios y visitantes conocer el Centro Histórico, los atractivos turísticos, los museos, y muchos otros lugares, de una manera diferente, más profunda y emotiva.
Buscamos la comprensión y el apoyo para la construcción de una sociedad sin barreras sociales, culturales, actitudinales y físicas; que permitan la total inclusión de personas con discapacidad y que más gente empatice con nuestra realidad en una época en la que se priorizan las imágenes en todo momento.
Al trabajar juntos, podemos crear un mundo más inclusivo y accesible, donde todos puedan disfrutar del arte y la cultura.
Sabemos que aún hay mucho trabajo por hacer y camino por recorrer en el tema de inclusión, nosotros desde esta trinchera seguiremos impulsando esta idea e involucrando a nuestro público e instituciones para lograr un cambio, un paso a la vez. Aprovechamos que la cultura no muere jamás y es tan amplia para explicar un antes y un después, tan diversa y tan rica para expresar la historia de nuestros pueblos, es el alma, el reflejo, sus tradiciones y su identidad.
Invitamos a los lectores a vivir la experiencia con “Viviendo Quito con Sentidos” y conocer más de nosotros.
por Irene Corral
Comunicadora social y miembro del grupo “Viviendo Quito con Sentidos”